Ortega y Gasset - Tema 18 Filosofía EBAU 2024
Vida y obra
José Ortega y Gasset fue uno de los filósofos más influyentes del siglo XX y una figura clave en la filosofía española. Nació el 9 de mayo de 1883 en Madrid, España, en una familia de clase alta. Desde joven mostró un interés notable por el conocimiento y la filosofía, lo que lo llevó a destacar académicamente.
La obra de Ortega y Gasset es vasta y diversa, abarcando temas que van desde la filosofía y la estética hasta la política y la educación. Su pensamiento se caracteriza por un enfoque original y provocador, y su estilo literario es apreciado por su claridad y elegancia.
Entre sus obras más destacadas se encuentra "Meditaciones del Quijote", publicada en 1914, donde reflexiona sobre la figura de Don Quijote y su significado para la vida moderna. También es conocido por su obra "La rebelión de las masas", publicada en 1930, en la que analiza la emergencia de una sociedad conformista y mediocre, dominada por las masas y la falta de individualidad.
Ortega y Gasset también tuvo un importante papel como educador y fundador de la Escuela de Madrid, un influyente centro de pensamiento filosófico. Fue un defensor de la educación como medio para el desarrollo humano y la mejora de la sociedad.
En el ámbito político, Ortega y Gasset se mostró crítico con el totalitarismo y defendió la democracia liberal como forma de gobierno. Su pensamiento político se centró en la necesidad de una élite intelectual y cultural que guíe y dirija a la sociedad.
A lo largo de su vida, Ortega y Gasset viajó y estudió en varios países europeos, lo que le permitió desarrollar un enfoque cosmopolita en su filosofía. Su pensamiento sigue siendo relevante en la actualidad, y su legado perdura en la filosofía española y en el pensamiento filosófico a nivel internacional.
Contexto histórico-cultural y filosófico
Contexto histórico-cultural
A finales del siglo XIX y principios del XX, España experimentó una serie de convulsiones políticas y sociales, incluyendo la pérdida de las últimas colonias en América y Asia, lo que sumió al país en una profunda crisis de identidad. Estos acontecimientos llevaron a cuestionar las estructuras políticas y sociales tradicionales y generaron un ambiente de inquietud intelectual y búsqueda de respuestas.
Además, el contexto europeo en ese momento también fue caracterizado por importantes cambios y tensiones. La Primera Guerra Mundial y la Revolución Rusa tuvieron un impacto significativo en la mentalidad colectiva y en la percepción del mundo. Estos eventos sacudieron los cimientos de las instituciones políticas y sociales, lo que llevó a un aumento del interés en la filosofía y la reflexión sobre el ser humano y su lugar en el mundo.
En este contexto, Ortega y Gasset se convirtió en una figura clave en la vida intelectual española y europea. Su pensamiento filosófico se caracterizó por su profundidad, originalidad y agudeza, y ofreció una perspectiva única sobre la condición humana y la sociedad moderna.
Ortega fue testigo de la emergencia de las masas como fuerza política y social, y criticó el conformismo y la mediocridad que percibía en la sociedad de su tiempo. Abogó por el papel de una élite intelectual y cultural que guiara y liderara a la sociedad hacia un futuro mejor.
Contexto filosófico
El contexto filosófico en el que se desarrolló la obra del filósofo español José Ortega y Gasset estuvo influenciado por diversas corrientes y movimientos intelectuales de su época. En sus primeros años, Ortega estuvo expuesto al pensamiento krausista, una corriente filosófica española que abogaba por la educación y la cultura como medio para la transformación social y política. Esta influencia se puede apreciar en el énfasis que Ortega dio a la importancia de la educación y la formación intelectual en su filosofía.
Durante sus estudios universitarios en Alemania, Ortega entró en contacto con el pensamiento de filósofos como Edmund Husserl y Martin Heidegger, quienes formaban parte del movimiento fenomenológico. Esta corriente filosófica se centraba en el análisis de la conciencia y la experiencia humana, lo cual dejó una huella en la concepción de Ortega sobre la subjetividad y la percepción del mundo.
Además, el existencialismo también ejerció una influencia significativa en el pensamiento de Ortega. Este movimiento filosófico, liderado por figuras como Jean-Paul Sartre y Martin Heidegger, planteaba cuestiones fundamentales sobre la existencia humana y la libertad individual.
El pensamiento de Ortega también fue moldeado por las corrientes vitalistas y perspectivistas, que enfatizaban la importancia de la vida y la experiencia individual como punto de partida para la comprensión del mundo. Estas corrientes contribuyeron a la idea central de Ortega sobre la "vida como radical realidad".
Concepto orteguiano de filosofía
El concepto orteguiano de filosofía se destaca por su enfoque vitalista y perspectivista. Para Ortega, la filosofía no es simplemente un conjunto de teorías abstractas, sino una actividad vital y concreta que involucra la reflexión profunda sobre la realidad y la vida humana.
Ortega consideraba que la filosofía no debe ser una disciplina cerrada y dogmática, sino más bien una actitud abierta y flexible hacia el mundo y sus múltiples posibilidades. Para él, el filósofo no es un mero observador pasivo, sino un ser comprometido con la comprensión y transformación de su propia existencia y de la realidad circundante.
Una característica central del concepto orteguiano de filosofía es su perspectiva vitalista. Ortega veía la vida como el fundamento último de toda reflexión filosófica. La filosofía, según él, debe partir de la experiencia vital del individuo y de su relación con el entorno. Es a partir de esta experiencia concreta que el filósofo puede comprender el significado profundo de la existencia y la realidad.
Además, Ortega abogaba por una filosofía perspectivista, es decir, una filosofía que reconoce la multiplicidad de perspectivas desde las cuales se puede abordar la realidad. No existe una única verdad absoluta, sino múltiples miradas que enriquecen nuestra comprensión del mundo. El filósofo debe ser capaz de adoptar diversas perspectivas y puntos de vista para abordar la complejidad de la existencia.
Para Ortega, la filosofía no es un fin en sí misma, sino un medio para comprender y vivir la vida de manera más plena y auténtica. La filosofía no busca respuestas definitivas, sino que plantea nuevas preguntas y desafíos constantes.
El concepto de “vida” como realidad radical
El concepto de "vida" como realidad radical, propuesto por el filósofo español José Ortega y Gasset, ocupa un lugar central en su pensamiento filosófico. Para Ortega, la vida no es simplemente un fenómeno biológico, sino una realidad compleja y profunda que abarca todos los aspectos de la existencia humana.
Para entender el concepto de "vida" en el pensamiento de Ortega, es necesario comprender su idea de "realidad radical". Ortega considera que la realidad se despliega en diferentes niveles, desde lo más superficial y aparente hasta lo más profundo y esencial. La vida, como realidad radical, representa el nivel más profundo y fundamental de la existencia humana, la fuente de todas las demás realidades.
La vida, para Ortega, es dinámica y cambiante. No es una entidad estática, sino un flujo constante de experiencias, sensaciones y acciones. Es en la vida donde encontramos nuestra libertad y capacidad para decidir y crear nuestro propio destino. Ortega destaca la importancia de vivir de manera auténtica y comprometida, enfrentando los desafíos de la existencia con valentía y responsabilidad.
El concepto de "vida" como realidad radical también está relacionado con la noción de "circunstancia" en el pensamiento de Ortega. La vida se desenvuelve en un contexto específico y único, y es en este contexto donde debemos enfrentar nuestras propias limitaciones y posibilidades. La vida nos presenta desafíos y oportunidades que debemos abordar de manera creativa y consciente.
Ortega también enfatiza la importancia de la "vida interior" en contraposición a una existencia meramente superficial y externa. La vida interior nos permite reflexionar sobre nuestras experiencias y emociones, y nos lleva a una comprensión más profunda de nosotros mismos y del mundo que nos rodea.
La razón vital
Conocido como "raciovitalismo", este enfoque filosófico sostiene que la razón humana no puede entenderse de manera abstracta y desligada de la vida concreta y vivencial del individuo. En lugar de concebir la razón como una facultad puramente intelectual, Ortega la entiende como una razón encarnada en la vida y en las circunstancias particulares de cada persona.
Para Ortega, la razón no es algo universal y abstracto, sino que está íntimamente relacionada con la vida individual y colectiva de los seres humanos. Es una razón situada en el contexto histórico y cultural, enraizada en las experiencias, pasiones y valores que conforman la existencia de cada individuo.
El raciovitalismo propuesto por Ortega busca superar la dicotomía tradicional entre razón y vida, argumentando que ambas están intrínsecamente entrelazadas. La razón se manifiesta en la vida y en la forma en que cada individuo enfrenta y resuelve los desafíos que se le presentan. De este modo, la raciovitalidad se presenta como una aproximación filosófica que abarca tanto la dimensión intelectual como la vivencial del ser humano.
Asimismo, Ortega introduce el concepto de "razón histórica", que complementa y enriquece la razón vital. La razón histórica implica comprender que nuestras acciones y decisiones están condicionadas por el contexto histórico en el que nos encontramos. La historia no es simplemente un conjunto de hechos pasados, sino una fuerza activa que influye en nuestro presente y en nuestro futuro.
La verdad como perspectiva
Para Ortega, la verdad no es una entidad absoluta y objetiva que pueda ser alcanzada de manera definitiva, sino que es una construcción subjetiva y situada en la vida concreta de cada individuo.
El raciovitalismo de Ortega parte de la premisa de que la razón humana no puede desligarse de la vida y la existencia individual. La verdad no es algo que exista por sí misma, sino que es una verdad para mí, para ti y para cada ser humano en su experiencia vital única. Cada persona tiene su propia perspectiva de la verdad, que se construye a partir de sus vivencias, valores, creencias y circunstancias.
La verdad como perspectiva implica reconocer que nuestra comprensión del mundo está influenciada por nuestras experiencias y por el contexto histórico y cultural en el que nos encontramos. Nuestros conocimientos y creencias están sujetos a cambios y reinterpretaciones a lo largo del tiempo, ya que nuestra perspectiva se va transformando conforme avanzamos en la vida y en el proceso histórico.
En este sentido, la razón histórica también juega un papel importante. La historia no solo nos proporciona un contexto en el que se desarrollan nuestras vidas, sino que también es una fuente de conocimiento y aprendizaje. A través del estudio de la historia, podemos comprender cómo se han construido y transformado diferentes perspectivas de la verdad a lo largo del tiempo.
La verdad como perspectiva nos invita a adoptar una actitud de apertura y humildad intelectual, reconociendo que nuestras perspectivas son limitadas y que siempre habrá más por aprender y descubrir. No hay una única verdad absoluta, sino múltiples perspectivas que se complementan y enriquecen mutuamente.
La filosofía de Ortega y Gasset, enmarcada en el raciovitalismo, nos presenta una visión única y profunda sobre la naturaleza de la verdad y el conocimiento humano. Su enfoque nos invita a entender que la verdad no es algo absoluto y objetivo, sino que es una construcción subjetiva y situada en la vida de cada individuo. Reconoce la importancia de la experiencia individual y el contexto histórico en la formación de nuestras perspectivas y creencias. A través de la razón histórica, podemos comprender cómo nuestras interpretaciones de la verdad evolucionan con el tiempo.
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