La Restauración Borbónica: implantación y afianzamiento de un nuevo Sistema Político (1874-1902) - Bloque 7 EBAU 2024

La Restauración Borbónica en España, que abarcó desde 1874 hasta 1902, fue un periodo histórico crucial marcado por la vuelta al trono español de la dinastía borbónica, con Alfonso XII como monarca, tras el fin del Sexenio Democrático y la Primera República Española. Este periodo se instauró con el objetivo de restaurar la estabilidad política y consolidar una monarquía parlamentaria en el país, enfrentando desafíos que repercutirían en distintos ámbitos de la sociedad.

Índice

    La Restauración Borbónica (1874-1902): Cánovas del Castillo y el turno de partidos. La Constitución de 1876.

    Cánovas del Castillo

    En el proceso de instauración de la Restauración, la figura política clave fue Antonio Cánovas del Castillo, estadista conservador que desempeñó un papel fundamental en la configuración del nuevo sistema político. Cánovas defendía la necesidad de un régimen moderado, estable y basado en la alternancia pacífica de dos grandes partidos: el Partido Liberal y el Partido Conservador. Este sistema, conocido como el "turno de partidos", pretendía evitar enfrentamientos revolucionarios entre distintas facciones políticas y asegurar una continuidad en el poder que favoreciera la estabilidad.

    Cánovas del Castillo, con su habilidad política y visión pragmática, logró establecer un sistema bipartidista donde ambos partidos se alternaban en el poder cada cierto tiempo. Aunque esto promovía una cierta estabilidad política, también generó una sensación de desapego por parte de la ciudadanía, ya que las elecciones no reflejaban la pluralidad de ideologías y propuestas presentes en la sociedad.

    La Constitución de 1876, marco legal de la Restauración, se basó en la Constitución de 1845, aunque introdujo algunas modificaciones para adaptarse a las nuevas realidades políticas. Esta carta magna estableció una monarquía parlamentaria, donde el rey tenía un papel principalmente simbólico, y las Cortes Generales ejercían el poder legislativo. Sin embargo, el sistema electoral estaba restringido, limitando la participación política a una parte reducida de la población, lo que generó tensiones con el sistema parlamentario y la demanda de reformas democráticas.

    La Constitución de 1876 también reconoció el poder del Senado como una cámara conservadora, con miembros vitalicios designados por el rey y representantes de la nobleza y el clero. Esto aseguraba que las decisiones políticas estuvieran respaldadas por una élite privilegiada, lo que generó descontento entre las clases populares y dificultó la modernización política del país.

    La Restauración Borbónica (1874-1902): los nacionalismos catalán y vasco y el regionalismo gallego. El movimiento obrero y campesino

    Durante la Restauración Borbónica, surgieron movimientos que pusieron a prueba la estabilidad del nuevo sistema político. En Cataluña y el País Vasco el nacionalismo se hizo presente, reivindicando la identidad cultural y la autonomía política de estas regiones. Los catalanistas abogaban por el uso de la lengua catalana y exigían una mayor descentralización política. Paralelamente, los nacionalistas vascos luchaban por preservar su lengua, cultura y tradiciones, defendiendo la idea de Euskadi como una entidad política propia.

    El nacionalismo catalán encontró su máxima expresión en la figura de Enric Prat de la Riba, quien lideró el movimiento denominado "Catalanismo político". Prat de la Riba promovió la creación de la Mancomunidad de Cataluña, una institución autonómica que buscaba fortalecer la identidad catalana y reivindicar el autogobierno regional.

    En el caso del País Vasco, Sabino Arana fue una figura relevante en el nacionalismo vasco, fundando el Partido Nacionalista Vasco (PNV) en 1895. Arana defendía la creación de un Estado vasco independiente y el uso exclusivo del euskera como lengua oficial.

    En Galicia, el regionalismo también emergió como una fuerza política importante. Los galleguistas abogaban por la protección de la lengua gallega y el reconocimiento de la identidad regional, aunque su nivel de organización fue menos intenso que en Cataluña o el País Vasco.

    Por otro lado, el periodo de la Restauración también estuvo marcado por el crecimiento del movimiento obrero y campesino en España. Las condiciones precarias de trabajo y la pobreza extrema de gran parte de los trabajadores y campesinos impulsaron la formación de sindicatos y asociaciones obreras y agrarias, que luchaban por mejores salarios, condiciones laborales y derechos sociales.

    El anarquismo y el socialismo fueron corrientes ideológicas que ganaron fuerza entre los trabajadores y campesinos. La Federación Regional Española de la Asociación Internacional de Trabajadores (FRE-AIT) y la Unión General de Trabajadores (UGT) representaban a estos movimientos. Ambas organizaciones promovían la lucha de clases y la transformación social, aunque con enfoques y estrategias diferentes.

    Estos movimientos regionales y sociales generaron tensiones dentro del sistema político establecido, cuestionando la unidad de España y exigiendo reformas para dar respuesta a las demandas de autonomía y justicia social.

    El problema de Cuba y la guerra entre España y Estados Unidos. La crisis de 1898 y sus consecuencias económicas, políticas e ideológicas

    crisis 1898

    Una de las pruebas más severas que enfrentó la Restauración fue el conflicto en Cuba y la guerra entre España y Estados Unidos. Cuba, colonia española desde el siglo XVI, experimentó un proceso de independencia que culminó en una guerra en 1895.

    El problema de Cuba repercutió en la economía española, ya que la pérdida de la colonia significó la desaparición de un importante mercado exterior y una grave crisis financiera en España. Además, la derrota reveló las carencias del ejército y la marina española, lo que generó una crisis militar y una pérdida de prestigio a nivel internacional.

    La guerra con Estados Unidos fue breve pero intensa, culminando en la firma del Tratado de París en 1898, mediante el cual España cedió Puerto Rico, Filipinas y Guam a Estados Unidos, y Cuba se convirtió en un protectorado estadounidense.

    La crisis de 1898 tuvo también importantes consecuencias políticas e ideológicas. Se generó una profunda desconfianza hacia el sistema político de la Restauración, responsabilizándolo de la debacle militar debido a la corrupción, el clientelismo y la falta de modernización política. Esto abrió paso a nuevas corrientes políticas y sociales, como el republicanismo y el socialismo, que cuestionaron el orden establecido y abogaron por una mayor democratización y participación política.

    La pérdida de las últimas colonias de ultramar también generó un debate en la sociedad española sobre el sentido de la nación y su papel en el mundo. Surgieron corrientes nacionalistas que defendían la idea de "España como una gran nación" y promovían la unidad del país, mientras que otros sectores veían en la pérdida de las colonias una oportunidad para redefinir la identidad y el proyecto político español.

    La Restauración Borbónica en España entre 1874 y 1902 se caracterizó por la instauración de un sistema político basado en el "turno de partidos" liderado por Cánovas del Castillo y respaldado por la Constitución de 1876. Este periodo fue marcado por la consolidación de un sistema bipartidista y la alternancia en el poder, aunque también enfrentó desafíos representados por los movimientos regionalistas y nacionalistas en Cataluña, el País Vasco y Galicia, así como el crecimiento del movimiento obrero y campesino. La crisis de 1898, originada por el conflicto en Cuba y la guerra con Estados Unidos, provocó importantes consecuencias económicas, políticas e ideológicas que marcaron el declive del régimen de la Restauración y el surgimiento de nuevas corrientes políticas y sociales en España. La lectura amena y completa de estos puntos nos permite comprender el complejo proceso histórico que definió la Restauración Borbónica y sus implicaciones en la evolución política y social del país, sentando las bases para el posterior siglo XX en España.

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