Las Culturas Precolombinas: Cuáles son y características más importantes
Pese a que las civilizaciones maya, inca y azteca no fueron las únicas culturas precolombinas existentes en el Nuevo Mundo, sí que representaron las sociedades más significativas e importantes de las Américas. Por este motivo, en el artículo de hoy nos centramos en analizar estas portentosas civilizaciones, cuáles fueron sus características y sus etapas más importantes.
Las Culturas Precolombinas: Qué son
Las sociedades precolombinas son aquellas que se dieron antes de la llegada de Cristóbal Colón al Nuevo Mundo, es decir, a las Américas, el 12 de octubre de 1492.
La llegada de Colón a Cuba, en su ruta de exploración hacia las Indias, dio lugar a que el navegante denominara "indios" a los nativos que se encontró en las tierras americanas.
Desde los primeros primates que habitaron América hasta la llegada de Cristóbal Colón, conforma lo que se ha acordado en llamar "culturas precolombinas". No obstante, cabe señalar que este término se emplea, especialmente, para designar a las culturas mayas, aztecas e incas.
En cuanto a estas tres civilizaciones, la característica más importante y que sirve como nexo de unión para todas, es el politeísmo (es decir, la creencia en varios dioses, sobre todo la adoración al sol). Por otra parte, es importante tener en cuenta que estas tres civilizaciones contaron en su haber con importantes avances astronómicos, así como un desarrollo notable en el campo de la economía , diversos adelantos científicos, enormes avances en la agricultura y un agudizado control militar que les dio la posibilidad de organizarse en grandes sociedades y tomar otras pequeñas tribus, al tiempo que desplegaban y perpetuaban su poderío hasta el desembarco de los conquistadores europeos.
La cultura azteca
En la época de la conquista española el pueblo dominante de Mesoamérica eran los aztecas. Esta descripción se basa principalmente en documentos escritos del siglo XVI, pero también incluye algunos datos arqueológicos. La literatura, tanto publicada como inédita, del siglo XVI es enorme y abarca todos los aspectos de la cultura azteca.
Gran parte de ella cubre el período dentro de unas pocas décadas después de la conquista, y es incierto cuánto cambio se había producido debido a la introducción de la cultura española. Algunas instituciones aztecas, como las órdenes militares, fueron inmediatamente abolidas por los españoles; y las fuentes, por lo tanto, sólo dan unos mínimos apuntes de su organización. Esta información, sin embargo, combinada con los datos arqueológicos, da una imagen bastante detallada de la cultura azteca en el momento de la conquista española.
La agricultura
La tierra natal de los aztecas, desde la cual gobernaban su vasto dominio, era una gran cuenca (casi 5000 km cuadrados), rodeada de montañas con un suelo a, aproximadamente, 2000 metros sobre el nivel del mar. Las cordilleras circundantes alcanzaban una elevación máxima de casi 5500 metros en el volcán Popocatépetl.
Las precipitaciones anuales variaban de 500 a 900 milímetros en el fondo del valle. Aproximadamente, el 80 por ciento de la lluvia solía caer entre el 1 de mayo y el 1 de octubre. Debido a la gran elevación, la zona sufría severas heladas invernales que normalmente comenzaban a mediados de octubre y se extendían hasta finales de marzo. Normalmente, las precipitaciones eran adecuadas para el maíz, incluso en las partes más secas de la cuenca, pero las heladas y las fuertes lluvias solían conformar un un problema importante. Un retraso de las lluvias hasta mediados o finales de junio, acompañado de las heladas de principios de otoño, podía producir desastres en las cosechas.
Otro problema importante para el cultivador prehispánico era la escasez de tierras llanas. Gran parte de la superficie de la tierra en estas latitudes es inclinada, y el problema de la erosión del suelo es agudo. Además, de los más de 2500 km cuadrados de tierra relativamente llana, más de 600 km cuadrados estaban ocupados por una cadena de lagos; y gran parte de la llanura costera inmediata estaba anegada.
Debido al efecto de la elevación sobre la temporada de cultivo, las zonas por encima de los 2500 metros tampoco eran aptas para el cultivo, lo que eliminaba más de 600 km cuadrados adicionales del recurso agrícola. Incluso dentro de las zonas de cultivo, la presencia de pendientes pronunciadas y suelo poco profundo reducía aún más la superficie de cultivo.
Existen serias dudas acerca de que más del 50% de la cuenca fuera apta para métodos de cultivo con uso intensivo de mano de obra. Sin embargo, en 1519 sustentaba una población de 1.000.000 a 1.500.000 habitantes; es decir, una densidad de 200 personas por kilómetro cuadrado, la población más densa de la historia mesoamericana.
Técnicas de Agricultura Azteca
Esto se logró mediante un sistema de agricultura extraordinariamente intensivo que incluía una serie de técnicas especializadas. La fertilidad del suelo se mantenía mediante fertilizantes vegetales y animales, mediante el barbecho de ciclo corto y mediante la irrigación. En terrenos de suave pendiente, la erosión se controlaba con terrazas de tierra y maguey, en zonas más empinadas con terrazas de piedra. El problema de la humedad se solucionó mediante el riego por canales, tanto de tipo inundable como permanente. Gran parte del riego se hacía justo antes de la siembra en abril y mayo para dar a los cultivos una ventaja y evitar así las heladas de otoño.
El aterrazamiento funcionaba también como un método de conservación de la humedad. También hay pruebas de que se aplicaron técnicas de cultivo en seco para almacenar la humedad en el suelo. Sin embargo, el logro más importante de la agricultura azteca fue la recuperación de los pantanos, incluso incluyendo la colonización de los lagos. Este sistema de cultivo, llamado chinampa, se aplicó por primera vez en el Lago Chalco.
El lago cubría aproximadamente 95 km cuadrados y aparentemente podía parecer desde un pantano hasta un estanque de aguas abiertas bastante profundas. Mediante un proceso que iba desde la excavación de zanjas de drenaje hasta la construcción artificial de tierras a partir del lodo y la vegetación del lago, la mayor parte de las aguas se convirtieron en tierras agrícolas altamente productivas. Se construyeron una serie de diques de calzada de mampostería a través del lago para controlar las inundaciones.
Mediante un sistema de diques y compuertas, los aztecas incluso lograron convertir una porción del lago salino de Texcoco, el más grande y bajo de la cuenca, en una bahía de agua dulce para una mayor colonización de chinampa (es decir, del sistema de cultivo basado en el control de las aguas de los lagos).
La superficie total colonizada se situaba probablemente en torno a las 30.000 hectáreas, y Tenochtitlán, la capital azteca, dependía de estas tierras para gran parte de sus alimentos. Por un método comparable, gran parte de la llanura lacustre inundada también se convirtió en tierra agrícola. Estos hechos son especialmente maravillosos e impresionantes teniendo en cuenta que todas estas técnicas de producción de alimentos fueron posibles gracias, en exclusiva, al ingenio humano y a unas cuantas y simples herramientas de mano.
Organización Económica: Comercio e Industrias
Además de la agricultura, la cuenca contaba con una serie de recursos importantes, algunos de los cuales se explotaban no sólo para el consumo local sino también para abastecer a otras zonas de Mesoamérica. No se debe olvidar que la azteca era una de las tres grandes civilizaciones precolombinas que contaba con una eficaz organización militar con la que mantenía bajo control los pueblos vecinos de los que obtenía abundante mano de obra; de esta manera, consiguieron grandes riquezas mediante la explotación de los recursos disponibles en la cuenca mesoamericana. El método de comercio que solían emplear se basaba en el trueque. Incluso hay investigaciones que afirman la existencia de ferias en las que los comerciantes aztecas acudían para mostrar e intercambiar mercancías.
En cuanto a la industria azteca, esta se basó principalmente en la minera y la textil. La obsidiana, vidrio natural de origen volcánico, era un material magnífico para una gran variedad de herramientas de piedra; y las cordilleras nororientales de la cuenca contenían uno de los principales depósitos de Mesoamérica. El basalto para las manos y los metates (piedras de molino) también era abundante. Por otro lado, la gran abundancia de algodón y fibra de maguey permitió un floreciente desarrollo de la industria textil.
Otros Recursos
El lago de Texcoco era una importante fuente de sal, y los lagos generalmente proporcionaban aves acuáticas, peces y otros alimentos acuáticos. Los grandes bosques de pinos que se encontraban por encima de los límites de la agricultura eran una fuente importante de madera. Por otra parte, la cuenca, debido a su gran elevación, era una fuente para una gran variedad de productos tropicales, incluyendo algodón, papel, raíces y frutas tropicales, tabaco, incienso de copal, caucho, cacao, miel, plumas y pieles preciosas, y bienes tan preciados como el metal, el jade y la turquesa. La mayor motivación de la conquista azteca fue obtener el control de estos recursos.
Organización social y política
La sociedad azteca difiere poco de la de otros grupos mesoamericanos. Uno de sus aspectos distintivos era la diferenciación por niveles de estatus. La utilización de la mayoría de los recursos señalados anteriormente se limitaba a una pequeña clase alta y media; y había diferencias notables en cuanto a la forma de vestir, la vivienda y la dieta según la clase social.
Los plebeyos, por ejemplo, llevaban prendas de vestir tejidas con fibra de maguey, mientras que las clases altas llevaban prendas de algodón. El uso de alimentos importados, al menos de manera regular, se limitaba a las clases altas y medias. Los plebeyos vivían en reducidas chozas de adobe o piedra y barro; en cuanto a la clase alta y media, habitaba en grandes casas palaciegas de varias habitaciones de piedra cortada, yeso de cal y hormigón.
Así pues, en líneas generales se puede identificar tres niveles o clases sociales diferenciadas:
- Los nobles: Conocidos como pīpiltin, conformaban la élite o cúspide de la organización social. Tenían el control del gobierno y de la religión. Contaban con tierras que eran trabajadas por los campesinos.
- La gente común: Este grupo, denominado mācēhualtin, estaba integrado por artesanos, comerciantes, campesinos y el pueblo llano. La gente común constituía la base más amplia de la sociedad azteca.
- Los esclavos o tlācohtli: Solían ser prisioneros de guerra, delincuentes o personas que debían una gran suma de dinero a alguien a la que no podían pagar y se convertían en sus esclavos hasta que pudiesen reunir la suma suficiente para liquidar la deuda.
La organización social y política de los aztecas se puede dividir en varios niveles de creciente tamaño y complejidad de la organización. La familia básica, es decir, un par de adultos que cohabitan y sus hijos solteros, formaban el nivel más bajo de organización.
Así, la familia básica tenía como papel la procreación, la educación de los hijos y la unidad de preparación y consumo de alimentos, con una división del trabajo bien definida entre marido y mujer. Entre los aztecas, sin embargo, un número de familias básicas solían residir juntas en un solo hogar cooperador, o familia extendida. Tal familia constaba, normalmente, de un hombre, sus hijos o hermanos casados y sus familias.
El hogar campesino promedio de este tipo de familia era pequeño. Hasta tres familias básicas ocupaban una pequeña casa de varias habitaciones dividida en apartamentos para cada familia. Las casas solían estar situadas dentro de un patio cercado con paredes de cactus o de adobe, formando un recinto. La casa de la familia extendida probablemente funcionaba como una unidad de uso de la tierra y producción de alimentos.
Sin embargo, en las ciudades, las cosas podían variar de manera considerable: algunos hogares podían ser sustancialmente más grandes, y, sin ir más lejos, el paradigma de familia extendida se encontraba en el hogar de Moctezuma II, que incluía varios miles de personas.
Los Capulli o "Barriadas familiares"
Un número de hogares, que variaba desde unos pocos hasta varios cientos, se organizaban en un grupo corporativo internamente complejo al que los aztecas llamaban calpulli y que los españoles tradujeron como barrio ("ward"). Las preguntas sobre la estructura y la función de este nivel de organización azteca han causado un gran debate entre los especialistas mesoamericanos. Sin embargo, está claro que era una unidad física y territorial, así como una unidad socialmente organizada. De hecho, se organizaban en base a la pertenencia de una extensión más o menos grande de tierra. Las tierras de Calpulli eran de propiedad comunal pero estaban distribuidas entre varios hogares. La familia conservaba el derecho de usufructo, pero sólo el conjunto de los calpulli podía vender o alquilar tierras.
Las comunidades rurales de los calpulli variaban considerablemente en lo que se refiere a su disposición. Algunas eran asentamientos físicos aislados y fuertemente nucleados, rodeados por sus tierras agrícolas, mientras que en otras las casas estaban dispersas por las propiedades de las tierras. En algunos casos, estaban físicamente unidos como pabellones a otro u otros calpulli. Estas diferencias correspondían a factores ecológicos, económicos y políticos.
Los asentamientos rurales dispersos se encontraban en las laderas de las terrazas en las que las casas estaban estrechamente integradas con la terraza; en la zona de la chinampa, cada casa se colocaba en el área del lago cultivado que le correspondía. Por otra parte, en las zonas de terreno llano se encontraban calpulli básicos y aislados, y en los pueblos y ciudades se solía encontrar el tipo de calpulli a modo de pabellón. En este último caso, muchos perdieron su carácter agrícola y se convirtieron en unidades de especialización artesanal.
Perspectiva política
Los calpulli eran una unidad de administración política dentro de la unidad mayor que denominaremos como el estado, con el fin de clarificar conceptos. Estaba gobernada por un consejo de jefes de familia presidido por un jefe seleccionado por el consejo dentro de un linaje determinado. Los calpulli funcionaban como una unidad de tributación al gobierno central, como una unidad de trabajo y como un regimiento militar.
La estructura de los calpulli es cuestionable. Algunas fuentes lo llaman un grupo de parientes, "un linaje" con un ancestro común; y como resultado algunos antropólogos se han referido a él como una especie de clan. Sin embargo, no hay pruebas de exogamia ni de ascendencia unilateral; de hecho, los registros de matrimonios del período posterior a la conquista muestran una fuerte tendencia hacia la endogamia. Hay algunas pruebas de clasificación interna y diferenciación de estatus significativa, otra característica no similar a la de un clan. Las fuentes también mencionan subdivisiones territoriales más pequeñas, denominadas barrios pequeños o "little wards". Si se trata de líneas de descenso, entonces los calpulli se asemejaban bastante a un tipo de grupo de parientes denominado por los antropólogos como rama, o clan cónico. Se trataría, pues, de un grupo con un mito de ascendencia común, dividido en linajes mayores y menores clasificados en base a la antigüedad del hermano mayor frente al menor en la genealogía del grupo. Esta teoría se sustenta, además, por la afirmación más o menos aceptada de que el dios calpulli era un antepasado deificado.
Los calpulli también funcionaban como una unidad de educación, ya que cada uno poseía una escuela para hombres jóvenes -el telpuchcalli- principalmente para la instrucción militar y moral.
Por encima del nivel político de los calpulli estaba el Estado. Justo antes de la expansión azteca había 50 o 60 estados en la cuenca, con un tamaño promedio de alrededor de 80 a 100 km cuadrados. En 1519 estos dominios, que alguna vez fueron independientes, tenían una población promedio de 25.000 a 30.000 personas. En las zonas menos pobladas, los territorios eran más grandes y las poblaciones más pequeñas. El rango de tamaño iba desde unos pocos miles hasta 100.000.
A la cabeza del Estado se encontraba un funcionario llamado tlatoani, al que todos los jefes de familia debían lealtad, respeto y obligaciones fiscales. La posición del tlatoani estaba fijada dentro de un linaje concreto y la elección particular variaba de un estado a otro. En algunas zonas, la sucesión se heredaba de padre a hijo; en otras, la sucesión pasaba por una serie de hermanos y luego pasaba al hijo mayor del hermano mayor. En otros estados, el cargo era electivo, pero la elección se limitaba a los hijos o hermanos del gobernante fallecido. El cargo estaba acompañado por todos los adornos y el comportamiento suntuario típico de los estados despóticos. El gobernante residía en un gran palacio de mampostería de varias habitaciones habitado por un gran número de esposas, sirvientes y artesanos profesionales. Era llevado en una silla de sedán en público y tratado con exagerado respeto por sus subordinados. El tlatoani tenía un poder considerable: nombraba a todos los burócratas menores, promovía a los hombres a un estatus militar más alto, organizaba campañas militares y era el distribuidor del botín y los tributos; recaudaba impuestos en el trabajo, el servicio militar y los bienes de sus partidarios; poseía propiedades privadas atendidas por siervos; era el último tribunal de apelación en los casos judiciales; y era el jefe titular del culto religioso y el jefe del mercado de la ciudad.
Muchas de estas funciones fueron delegadas a un gran número de administradores profesionales: sacerdotes, supervisores de mercado, líderes militares, jueces, recaudadores de impuestos y contadores. Los recaudadores de impuestos, o calpixque, eran administradores especialmente importantes porque actuaban como agentes de los gobernantes en la recaudación de bienes y servicios de los jefes calpulli.
Grupos sociales privilegiados
Pochteca: El alto desarrollo de la especialización artesanal (normalmente a tiempo completo) en los pueblos aztecas se ha señalado en líneas previas. Pero muchas comunidades rurales también tenían especialidades a tiempo parcial, una característica debida en parte a la heterogeneidad del entorno de las tierras altas, con su distribución altamente local de los recursos. Las mercancías extranjeras eran introducidas en la patria azteca por grandes caravanas de comerciantes profesionales llamados pochteca, que frecuentemente emprendían viajes de más de un año de duración.
Como grupo, los comerciantes gozaban de un gran prestigio e incluso tenían sus propios tribunales. Varios barrios de comerciantes de un gran número de pueblos y ciudades en el centro de México se organizaron en un gran gremio comercial que tenía su centro en Tenochtitlán. También organizaron y administraron los mercados de los pueblos, otro aspecto muy evolucionado de las instituciones aztecas. Estos mercados se celebraban en grandes plazas abiertas -en pueblos más pequeños cada cinco días- y en pueblos y ciudades más grandes diariamente, aunque en este último caso la población del mercado alcanzaba un máximo cada cinco días.
La Política Azteca
Los centros y la organización política de los grandes estados como el imperio azteca eran fundamentalmente similares en carácter a los pequeños; pero las grandes diferencias de tamaño (Tenochtitlán, la capital azteca, puede haber tenido de 140.000 a 200.000 habitantes en 1519) exigían algunos cambios.
Por lo general, cuando un estado central mexicano conquistaba otro, el gobernante de la ciudad conquistadora obligaba a entregar un tributo anual a la ciudad conquistada, pero había pocos intentos de integración política. En el caso de los aztecas, esta política se mantuvo en general, pero muchos estados conquistados recibieron gobernadores aztecas.
Además, la conquista solía ir acompañada de un intercambio de mujeres de los dos linajes gobernantes (conquistador y conquistado), y los sucesores al trono de los estados conquistados emergían a través de estas mujeres, del linaje real de Tenochtitlán. Como resultado, la clase gobernante se inclinó gradualmente hacia un único grupo de parientes.
Debido al gran número de estados conquistados por los aztecas (400 a 500, aproximadamente), se hizo imperativo algún tipo de organización territorial y administrativa de nivel intermedio. Los estados conquistados por los aztecas se agruparon en 38 provincias. Una ciudad en cada provincia servía como capital, y un recaudador-gobernador de impuestos azteca se colocaba allí para supervisar la recolección, almacenamiento y disposición del tributo.
En muchas provincias, los aztecas establecieron guarniciones que estaban formadas por guerreros y sus familias seleccionados de todos los pueblos del Valle de México, y se les asignaban tierras en la provincia conquistada. Como se mantenían a sí mismos, eran tanto colonos como tropas.
La aparición de los colonos, combinada con factores como el gremio de comerciantes y los matrimonios mixtos de la familia real, sugiere que la élite azteca estaba tratando de integrar más estrechamente a la población del Valle de México, algo así como una especie de núcleo nacional del imperio. Otros indicios de que los aztecas estaban en proceso de lograr una mayor integración política son las declaraciones hechas en varias relaciones de que los recaudadores de impuestos servían de tribunales de apelación en casos judiciales graves y también de que los aztecas introdujeron el culto de su dios nacional Huitzilopochtli en las provincias conquistadas.
La religión azteca
Tal vez el aspecto más elaborado de la cultura azteca fue el sistema religioso. Los aztecas derivaron gran parte de su ideología religiosa de las primeras culturas de Mesoamérica o de sus contemporáneos. Esto fue particularmente cierto durante la fase final de su historia, cuando sus contactos extranjeros se ampliaron. De hecho, mucha confusión sobre la ideología religiosa azteca proviene, en parte, del hecho de que la civilización azteca estaba todavía en un proceso de asimilación y reorganización de estas variadas tradiciones religiosas. Además, a medida que el imperio se expandió y Tenochtitlán se convirtió en una comunidad heterogénea, las necesidades religiosas mutaron y evolucionaron alejándose de las precisadas por una simple sociedad agraria. La clase dirigente, en particular, exigió una ideología más intelectual y filosófica.
El enfoque azteca del contacto con lo sobrenatural se realizaba a través de un complejo calendario de grandes ceremonias, que se llevaban a cabo en los templos y eran realizadas por un sacerdocio profesional que actuaba como intermediario entre los dioses y los seres humanos. Muchas de ellas eran públicas en el sentido de que la población jugaba el papel de espectadores. Los elementos de todas las ceremonias eran muy similares e incluían abluciones rituales para preparar a los sacerdotes para el contacto, ofrendas y sacrificios para ganar el favor de los dioses y dramas teatrales de mitos por parte de intérpretes enmascarados en forma de danzas, canciones y procesiones.
Cada dios tenía su ceremonia especial fijada en el calendario religioso oficial azteca. Estas ceremonias deben haber desempeñado una importante función recreativa, al igual que las ceremonias celebradas en honor de los santos patrones del actual México.
La religión azteca hacía mucho hincapié en el sacrificio y el comportamiento ascético como condiciones previas necesarias para acercarse a lo sobrenatural. Los sacerdotes eran célibes y se les exigía vivir una vida sencilla y espartana. Realizaban constantes sacrificios en forma de derramamiento de sangre como penitencia (pasando cuerdas de púas a través de la lengua y las orejas).
Este patrón de culto sangriento alcanzó su punto culminante en la práctica de los sacrificios humanos; fue en este aspecto de la cultura azteca que la religión, la guerra y la política se relacionaron estrechamente. Desde un punto de vista ideológico, al menos, la guerra azteca se llevó a cabo con el fin de obtener víctimas de sacrificio. Las listas de tributos, por supuesto, demuestran que había un propósito más mundano también, y sería un grave error pensar que la guerra azteca funcionaba principalmente en la esfera religiosa.
El culto a los dioses requería un gran sacerdocio profesional. Los documentos españoles indican que el sacerdocio era una de las instituciones aztecas más elaboradas. Cada templo y dios tenía su orden sacerdotal correspondiente. En Tenochtitlán los sumos sacerdotes de Tláloc y Huitzilopochtli servían como jefes de toda la organización sacerdotal. Dentro de las órdenes había sacerdotes a cargo de las ceremonias, de la educación de los novicios, de la astrología y de las tierras del templo -que consistían en comunidades rurales específicas asignadas por el estado a determinados templos-.
Además, había varios grados de sacerdotes. Como ya se ha dicho, los sacerdotes mantenían varias escuelas, o calmecacs, donde se impartía instrucción a los hijos de la nobleza y a ciertos plebeyos. La mayoría de los novicios dejaban finalmente el sacerdocio y desempeñaban funciones económicas y políticas; otros permanecían, se incorporaban al sacerdocio de forma permanente y vivían en los calmecacs.
Gran parte de la religión azteca probablemente se practicaba en casa, concretamente, en altares especiales del hogar. Los hallazgos arqueológicos comunes suelen ser pequeños ídolos o figurillas de arcilla cocida, que representan dioses específicos aparentemente utilizados en estas ceremonias domésticas, junto con quemadores de incienso.
Creación del mundo según la religión azteca
Los aztecas creían que habían existido cuatro mundos antes del universo actual. Esos mundos, o "soles", habían sido destruidos por catástrofes. La humanidad había sido completamente aniquilada al final de cada sol. El mundo actual era el quinto sol, y los aztecas se consideraban a sí mismos como "la gente del sol". Su deber divino era librar una guerra cósmica para proveer al sol de su tlaxcaltiliztli ("alimento"). Sin él, el sol desaparecería de los cielos. Así, el bienestar y la supervivencia del universo dependía de las ofrendas de sangre y corazones al sol, una noción que los aztecas extendían a todas las deidades de su panteón.
- El primer sol se llamaba Nahui-Ocelotl, "Cuatro-Jaguar", una fecha del calendario ritual. La humanidad fue destruida por primera vez devorada por los jaguares. El animal fue considerado por los aztecas como el nahualli ("disfraz de animal") del dios creador Tezcatlipoca.
- Al final del segundo sol, Nahui-Ehécatl, "Cuatro-Viento", un mágico huracán transformó a todas las personas en monos. Ese desastre fue causado por Quetzalcóatl (la serpiente emplumada) en la forma de Ehécatl, el dios del viento.
- Una lluvia de fuego había acabado con el tercer sol, Nahuiquiahuitl, "Cuatro-Lluvia". Tláloc, como dios del trueno y el rayo, presidió ese período.
- El cuarto sol, Nahui-Atl, "Cuatro-Agua", terminó en una gigantesca inundación que duró 52 años. Sólo un hombre y una mujer sobrevivieron, protegidos en un enorme ciprés. Pero fueron convertidos en perros por Tezcatlipoca, cuyas órdenes habían desobedecido.
La humanidad actual fue creada por Quetzalcóatl. La Serpiente Emplumada, con la ayuda de su gemelo, Xólotl, el dios con cabeza de perro, logró revivir los huesos secos de los viejos muertos rociándolos con su propia sangre. El sol actual se llamaba Nahui-Ollin, "Cuatro-Terremoto", y estaba condenado a desaparecer en un tremendo terremoto. Los monstruos esqueléticos del oeste, los tzitzimime, aparecerían entonces y matarían a toda la humanidad
Estos mitos revelan dos conceptos profundamente arraigados. Uno era la creencia de que el universo era inestable, que la muerte y la destrucción lo amenazaban continuamente. El otro enfatizaba la necesidad del sacrificio de los dioses. Gracias al auto-sacrificio de Quetzalcóatl, los antiguos huesos de Mictlan, "el lugar de la muerte", dieron origen a los hombres. De la misma manera, el sol y la luna fueron creados: los dioses, reunidos en la oscuridad de Teotihuacán, construyeron un gran fuego; dos de ellos, Nanahuatzin, una pequeña deidad cubierta de úlceras, y Tecciztécatl, un dios ricamente enjoyado, se arrojaron a las llamas, de las que el primero emergió como el sol y el segundo como la luna. El sol se negó a moverse a menos que los otros dioses le dieran su sangre; de esta manera, se vieron obligados a sacrificarse para alimentar al sol.
Fuentes de información sobre la Cultura Azteca
¿Cómo veían los conquistadores a los aztecas?
Los relatos de testigos oculares de la cultura azteca en la víspera de la conquista son, por supuesto, las fuentes más directamente pertinentes porque describen la cultura azteca antes de que se transformara por la conquista española. Entre ellas destacan las Cartas de Relación, enviadas por Hernán Cortés al Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Carlos V, y la Historia verdadera de la conquista de la Nueva España (1632) de Bernal Díaz del Castillo. En este tipo de relatos se dan buena cuenta de los ritos y ceremonias religiosas, templos y parafernalia de los cultos. Su valor, sin embargo, se ve disminuido por la ignorancia de los escritores del náhuatl (la lengua azteca en la época de la conquista), su falta de comprensión del modo de pensar de los indios y su profunda hostilidad hacia la religión nativa, que consideraban inspirada por el diablo. Estos documentos, por lo tanto, han sido interpretados con sumo cuidado.
Los misioneros católicos romanos también escribieron relatos de los aztecas. Ciertamente, supone una paradoja pensar que los sacerdotes generalmente mostraron más comprensión y tolerancia que los laicos. Gracias a su entrenamiento y conocimiento teológico, fueron capaces de analizar la mente de los indios y de comprender el significado de los mitos y el ritual. Los misioneros, por lo general, aprendieron las lenguas nativas, especialmente el náhuatl.
Relatos acerca de los aztecas tras la conquista
Pocas décadas después de la conquista, se habían escrito una serie de historias en el idioma español, basadas en parte en libros aztecas y en parte en información suministrada por la clase alta. Entre las más detalladas se encuentra la Historia de las Indias de la Nueva España e Islas de Tierra Firme, escrita en tres partes alrededor de 1580 por el fraile dominico Diego Durán.
Estos trabajos de investigación y compendios informativos son comparables en metodología y materia a los tipos de estudios de los pueblos nativos realizados por los antropólogos actuales. Probablemente el mejor de ellos fue escrito por Bernardino de Sahagún. Sahagún fue un sacerdote franciscano que llegó a México en los albores del siglo XVI (1529), aprendió la lengua náhuatl y pasó su vida construyendo una magnífica joya, una verdadera enciclopedia llamada la Historia general de las cosas de Nueva España. Su trabajo cubre virtualmente todos los aspectos de la cultura azteca. Contiene relatos particularmente detallados de religión, etnobotánica, medicina popular y economía, dictados a él en Náhuatl por nobles y sacerdotes aztecas. Como fuente, tiene el valor añadido de estar escrito tanto en náhuatl como en español. Una de las versiones más completas de esta obra, escrita en náhuatl, se llama el Códice Florentino.
Los códices
Los libros y obras sagradas aztecas, que se guardaban en los templos, y otros libros nativos se conocen en la erudición occidental como códices. Los libros sagrados fueron escritos (o mejor dicho, pintados) en piel de venado o en papel de fibra de agave por escribas (tlacuiloanime), que usaban una combinación de pictografía, ideogramas y símbolos fonéticos y se ocupaban del calendario ritual, la adivinación, las ceremonias y las especulaciones sobre los dioses y el universo.
Sólo una pequeña fracción de éstos escapó a la destrucción por parte de los españoles debido a su contenido religioso; los pocos especímenes que han sobrevivido -como el Códice Borbónico, el Códice Borgia, el Códice Fejérváry-Mayer y el Códice Cospi- suelen venir acompañados de anotaciones españolas. Estas fuentes son limitadas en su alcance y en su tema, pero sin embargo son documentos valiosos. Su interpretación no es nada fácil. Sólo algunas de ellas, como la Borbónica, son verdaderamente aztecas, mientras que otras, como la Borgia, parecen emanar de los colegios sacerdotales de la zona de "Mexica-Puebla", entre la sierra central y las montañas de Oaxaca.
Otros libros nativos, ya sean pre-cortesianos o post-cortesianos, también ofrecen material valioso. Ejemplos de ello son los manuscritos como el Códice Telleriano-Remensis, el Azcatitlan y el Códice de 1576, que describen la historia de la tribu y el estado azteca y ocasionalmente representan escenas y eventos religiosos; el Códice Badianus, una hierba con magníficos dibujos de plantas medicinales; y el Códice Mendoza y la Matrícula de tributos, ambos documentos fiscales del imperio azteca.
Varios libros fueron escritos en el alfabeto latino - ya sea en náhuatl o en español - por los doctos cronistas aztecas, que usaban antiguos manuscritos pictográficos como base. Entre los que se prepararon en el centro de México están el Códice Chimalpopoca (también llamado los Anales de Cuauhtitlán), en náhuatl, y el Códice Ramírez (también llamado la Historia de los mexicanos por sus pinturas), en español; ambos son compilaciones anónimas.
Los registros oficiales eclesiásticos y gubernamentales
Mucha de esta literatura es inédita. Su propósito era administrativo más que intelectual, pero ha proporcionado una fuente de información extraordinariamente rica para todos los grupos étnicos del siglo XVI. Los documentos varían desde listas de impuestos, censos y registros de matrimonios y bautismos hasta amplias encuestas geográfico-económicas.
Entre los más valiosos de este último tipo están las Relaciones geográficas de 1579-85, una serie de encuestas ordenadas por Felipe II sobre sus posesiones de ultramar.
Se elaboraron cuestionarios formales que exigían información de cada pueblo del imperio sobre prácticamente todos los aspectos de la vida mesoamericana: preguntas sobre el medio ambiente y los recursos naturales, las cosechas, la historia de la población, los patrones de asentamiento, los impuestos pagados, los mercados y el comercio, el idioma, la historia y las costumbres nativas y el progreso del programa de misioneros.
La Cultura Maya
Los mayas conformaron una de las tres grandes civilizaciones precolombinas cuyo asentamiento se localizó en Centroamérica. Su longeva permanencia en tierras americanas se dilató desde el siglo XX a.C. hasta el siglo XV d.C, momento en el que el sol se puso para esta gran cultura con la llegada de los conquistadores europeos.
La cultura maya fue la precursora de poderosos progresos en escritura, arquitectura, astronomía y matemáticas así como también contaba con una eficiente organización social, religiosa y política que influyó de manera decisiva sobre las culturas posteriores.
Origen y Declive de la Civilización Maya
El surgimiento de los Mayas comenzó alrededor del año 250 a.C., y lo que los arqueólogos conocen como el Período Clásico de la cultura Maya duró hasta alrededor del año 900 a.C.
En su apogeo, la civilización Maya contó con un despliegue de más de 40 ciudades, cada una con una población de entre 5.000 y 50.000 habitantes. Entre las principales ciudades se encontraban Tikal, Uaxactún, Copán, Bonampak, Dos Pilas, Calakmul, Palenque y Río Bec.
El pico de población maya puede haber alcanzado en los dos millones de personas, la mayoría de las cuales se asentaron en las tierras bajas de lo que hoy es Guatemala. Sin embargo, después del año 900 d.C., la civilización maya clásica declinó precipitadamente, dejando las grandes ciudades y centros ceremoniales vacíos y cubiertos de vegetación selvática.
Algunos estudiosos han sugerido que los conflictos armados y el agotamiento de las tierras agrícolas fueron los responsables de este repentino declive. Los descubrimientos en el siglo XXI llevaron a los expertos a plantear una serie de razones adicionales para la destrucción de la civilización maya. Una de las causas fue probablemente la interrupción de las rutas de comercio fluvial y terrestre relacionada con la guerra. Otros factores pueden haber sido la deforestación y la sequía.
Durante el período posclásico (900-1519), ciudades como Chichén Itzá, Uxmal y Mayapán en la Península de Yucatán siguieron floreciendo durante varios siglos después de que las grandes ciudades de las tierras bajas se despoblaran. Cuando los españoles conquistaron la zona a principios del siglo XVI, la mayoría de los mayas se habían convertido en agricultores que vivían en aldeas y practicaban los ritos religiosos de sus antepasados.
Comercio y organización social
Ya en el año 1500 a.C. los mayas se habían establecido en aldeas y habían desarrollado una agricultura basada en el cultivo de maíz, frijoles y calabaza; para el año 600 a.C. también se cultivaba yuca (mandioca dulce). Comenzaron a construir centros ceremoniales, y para el año 200 a.c. éstos se habían convertido en ciudades con templos, pirámides, palacios, canchas para jugar a la pelota y plazas.
Los antiguos mayas extraían inmensas cantidades de piedra para la construcción (generalmente caliza), que cortaban utilizando piedras más duras como el pizarrón. Practicaban principalmente la agricultura de tala y quema, pero utilizaban técnicas avanzadas de irrigación y terraplenado.
Innovaciones culturales
También desarrollaron un sistema de escritura jeroglífica y sistemas astronómicos y de calendarios muy sofisticados. Los Mayas hacían papel con la corteza interna de las higueras silvestres y escribían sus jeroglíficos en libros hechos de este papel. Esos libros se llaman códices.
Los Mayas también desarrollaron una elaborada y hermosa tradición de escultura y tallado en relieve. Las obras arquitectónicas y las inscripciones y relieves en piedra son las principales fuentes de conocimiento sobre los primeros mayas. La cultura maya temprana mostró la influencia de la anterior civilización olmeca.
Religión e Intelecto Maya
Las principales ciudades y centros ceremoniales mayas existentes presentan una variedad de templos piramidales o palacios superpuestos con bloques de piedra caliza y ricamente ornamentados con relieves e inscripciones narrativas, ceremoniales y astronómicas que han asegurado la estatura del arte maya como el más importante entre las culturas nativas americanas.
Pero la verdadera naturaleza de la sociedad maya, el significado de sus jeroglíficos y la crónica de su historia permaneció desconocida para los estudiosos durante siglos después de que los españoles descubrieran las antiguas construcciones mayas.
Las exploraciones sistemáticas de los sitios mayas se emprendieron por primera vez en la década de 1830, y una pequeña parte del sistema de escritura se descifró a principios y mediados del siglo XX. Esos descubrimientos arrojaron algo de luz sobre la religión maya, que se basaba en un panteón de dioses de la naturaleza, incluyendo los del Sol, la Luna, la lluvia y el maíz.
Una clase sacerdotal era responsable de un elaborado ciclo de rituales y ceremonias. Estrechamente relacionado con la religión maya, de hecho, inextricable de ella, estaba el impresionante desarrollo de las matemáticas y la astronomía. En matemáticas, la notación posicional y el uso del cero representaron un pináculo de logro intelectual.
La astronomía maya subyace a un complejo sistema de calendarios que incluye un año solar determinado con precisión (18 meses de 20 días cada uno, más un período de 5 días considerado desafortunado por los mayas), un calendario sagrado de 260 días (13 ciclos de 20 días nombrados), y una variedad de ciclos más largos que culminan en la Cuenta Larga, una marca continua del tiempo, basada en una fecha cero en el año 3113 a.C. Los astrónomos mayas compilaron tablas precisas de posiciones para la Luna y Venus y pudieron predecir con precisión los eclipses solares.
Basándose en estos descubrimientos, los eruditos de mediados del siglo XX pensaron erróneamente que la sociedad maya estaba compuesta por una clase sacerdotal de pacíficos observadores de estrellas y guardianes del calendario apoyados por un devoto campesinado.
Se pensaba que los mayas estaban totalmente absortos en sus actividades religiosas y culturales, en contraste con los imperios indígenas más belicosos y sanguinarios del centro de México. Pero el progresivo avance en la lectura de casi toda la escritura jeroglífica maya ha proporcionado una imagen más verdadera, aunque menos elevada, de la sociedad y la cultura maya.
Muchos de los jeroglíficos describen las historias de los gobernantes dinásticos mayas, que libraron una guerra contra ciudades mayas rivales y llevaron cautivos a sus aristócratas. Esos cautivos fueron luego torturados, mutilados y sacrificados a los dioses. De hecho, la tortura y el sacrificio humano eran rituales religiosos fundamentales de la sociedad maya; se pensaba que garantizaban la fertilidad, demostraban la piedad y propiciaban el favor de los dioses y, si se descuidaban tales prácticas, se pensaba que el resultado era el desorden y el caos cósmico. Se pensaba que la extracción de sangre humana alimentaba a los dioses y, por lo tanto, era necesaria para lograr el contacto con ellos; por lo tanto, los gobernantes mayas, como intermediarios entre el pueblo maya y los dioses, tenían que someterse a rituales de derramamiento de sangre y autotortura.
La Cultura Inca
Cuarenta años habían pasado desde la llegada de Colón cuando en 1532 menos de 200 españoles derribaron el estado Inca. Desde entonces, los historiadores han estado ponderando las razones de este repentino colapso. La evidencia parece favorecer la subversión interna. Don Francisco Cusichaq, señor de la Huanca en el centro de Perú, abrió el país al dominio extranjero; quería destruir a sus enemigos hereditarios, los Incas. El patrón andino de muchas políticas regionales dispersas que frecuentemente estaban en guerra entre sí -una situación que el Inca había manipulado pero que no había eliminado- y el diverso cordón de las comunidades, parecido a un archipiélago, también puede haber facilitado la relativamente fácil victoria española.
Hacia 1532, el Tawantinsuyu, el estado inca, había incorporado docenas de grupos étnicos costeros y de las tierras altas que se extendían desde lo que hoy es la frontera norte de Ecuador hasta Mendoza en el centro-oeste de Argentina y el río Maule en el centro de Chile -una distancia aproximadamente igual a la que hay entre la ciudad de Nueva York y el Canal de Panamá-.
Según las estimaciones, los incas gobernaron a más de 12.000.000 de personas, que hablaban al menos 20 idiomas diferentes. Un siglo antes, durante las guerras del periodo Intermedio Tardío, habían controlado poco más allá de los pueblos de su propio Valle del Cuzco. Mientras formaban su estado, subordinaron a más de 100 grupos étnicos independientes; no se puede decir cuánto de este logro correspondió a la experiencia política adquirida durante la etapa del Horizonte Medio. Es probable que el recuerdo de esa expansión multiétnica estuviera vivo en las familias gobernantes de las principales políticas.
Los orígenes y la expansión del estado inca
Los orígenes incaicos y la historia temprana están en gran parte envueltos en leyendas que pueden ser más míticas que reales. Su historia posterior, particularmente desde el reinado de Pachacuti Inca Yupanqui en adelante, se basa en gran medida en hechos, aunque presenta lo que el Inca quería que la gente supiera. El hecho de que estas tradiciones históricas sean verdaderas, en el sentido de que relatan con precisión lo que sucedió, no es tan importante como el hecho de que el Inca las utilizara para justificar sus diversas conquistas imperiales.
Estructura social y política
De acuerdo con las pruebas incompletas proporcionadas por los testigos españoles, los propios incas consideraban que el término "inca" se aplicaba sólo a los descendientes de los 12 individuos que tradicionalmente se dice que gobernaban desde el Cuzco. De los 12, sólo cuatro o cinco pueden ser documentados como verdaderos personajes históricos. Los otros pueden haber sido producto de esfuerzos posteriores para legitimar y mejorar la genealogía real. También existe la posibilidad de que algunos de los nombres "anteriores" fueran en realidad una línea paralela de personalidades, posiblemente con funciones diferentes que pueden haber sido consideradas "paganas" por los españoles. Esta hipótesis no ha podido ser verificada con las fuentes disponibles por ahora.
Además de los 12 linajes, los rangos de "Inca por decreto" o "como privilegio" también son mencionados por algunas de las fuentes españolas. Sus orígenes y funciones fueron tan nebulosas como los de la realeza: una de las pocas fuentes andinas, Poma da Ayala, afirma que algunos de los habitantes de la cuenca del Cuzco que fueron conquistados a principios de la expansión del Horizonte Tardío fueron "concedidos" o "promovidos a" la condición de inca. Fueron "mejorados", según Poma da Ayala, aunque su propio caso se ve debilitado por su afirmación de que sus antepasados, que vivían a muchos cientos de kilómetros al norte de Cuzco, se habían beneficiado de esa movilidad social.
La organización administrativa del Tawantinsuyu no se conoce bien, aunque se sabe que sus orígenes se encuentran en las anteriores subdivisiones étnicas. La autoridad se dejaba en manos de los señores tradicionales que simplemente tenían que demostrar su lealtad. Otras fuentes españolas hacen referencia a una reorganización administrativa, en la que todos los grupos conquistados fueron obligados a participar en un sistema decimal.
Hay algunas pruebas de que en la región de Cajamarca, en el norte del Perú, existían subdivisiones decimales; y en el momento de la conquista, el sistema decimal aparentemente estaba en proceso de ser impuesto al resto del país, presumiblemente para racionalizar la multiplicidad de lealtades locales y divididas.
De esta manera, podemos entender este sistema social a base de una regla decimal, según la siguiente clasificación:
- El Purej o jefe de una familia
- El Pisca Camayoc, jefe de cinco familias
- El Chunca Camayoc, jefe de diez familias
- El Pisca Chunca Camayoc, jefe de cincuenta familias
- El Pachaca Camayoc, jefe de cien familias
- El Pisca Pachaca Camayoc, jefe de quinientas familias
- El Huaranga Camayoc, jefe de mil familias
- El Pisca Huaranca Camayoc, jefe de cinco mil familias
- El Huno Camayoc, jefe de diez mil familias
No había un sistema de tributos en la cultura Inca, así como no había habido contribuciones en especie en las políticas andinas anteriores. El campesinado sólo debía entregar su energía mediante su trabajo, a través del sistema de la mit'a. Dirigido por sus líderes tradicionales, el pueblo se presentaba para sus obligaciones, linaje por linaje.
Así como habían proporcionado energía a sus propios señores, bajo el dominio inca este grupo envió a docenas de parejas a trabajar en obras públicas o a producir el grano con el que, tal y como ocurría con la cerveza, se "alimentaba" a las momias de los reyes incas fallecidos. Otros se convirtieron en soldados o ayudaron a llenar los almacenes; algunos transportaban cargas a lo largo del sistema de carreteras incaicas, mientras que otros eran soldados bajo el mando de sus señores tradicionales.
Sistema Comercial
La ausencia de tributo estaba estrechamente relacionada con la ausencia de mercados. Así como todos los hogares debían parte de sus energías a sus señores étnicos, a los santuarios y al Cuzco, también sus necesidades domésticas se satisfacían con las reclamaciones que podían hacer a los servicios recíprocos de sus parientes o de sus pares étnicos o a los servicios administrativos de sus autoridades étnicas. Es probable que con el crecimiento del estado incaico a lo largo del tiempo, esta fórmula se incumpliera, en particular en el caso de los prisioneros de guerra y otras poblaciones que se desplazaban de sus zonas tradicionales para fines estatales.
El ejemplo más elaborado de los cambios estructurales que surgieron de la necesidad de crear nuevos ingresos estatales fue la expansión y reorganización de la producción de maíz con fines militares en el Valle de Cochabamba. Esta región era la mayor zona productora de maíz de las tierras altas. Uno de los reyes posteriores eliminó la población nativa y estableció una gran empresa estatal (más de 2.000 almacenes), a la que se enviaron unos 25 grupos del altiplano en rotación, linaje por linaje. Cada grupo étnico era responsable de franjas particulares que fueron trazadas a través del valle por los topógrafos cuzqueños. En 1575 el virrey español Francisco de Toledo utilizó este precedente incaico para establecer el sistema de repartimiento que proporcionó mano de obra para las minas de plata de Potosí.
Riqueza intelectual
La tradición intelectual de los Incas surgió de su eficiente conocimiento y uso de un entorno extremadamente complejo. No se ha descubierto ningún sistema de escritura, en el sentido europeo, capaz de responder a la pregunta de cómo fue posible la comunicación a larga distancia.
Más allá de la transmisión oral, los avances más prometedores en este sentido han tenido que ver con el estudio de los hallazgos textiles. En las tierras altas se han conservado muy pocos debido a la humedad, pero en el desierto costero se han localizado y estudiado muchas telas de entierro de períodos muy diferentes. Sus cualidades artísticas han fomentado el robo de tumbas a gran escala; los museos de todo el mundo tienen docenas, si no cientos, de estas telas, cada una de ellas de gran belleza y enorme sofisticación.
La tecnología de las fibras fue más allá de los textiles para entierros o sacrificios: El Virrey de Toledo envió una carta a Felipe II explicando la fabricación de cuatro telas gigantescas en las que se habían pintado mapas de su reino andino. Aunque la carta fue cuidadosamente archivada en el Archivo de Indias, en Sevilla, los mapas nunca fueron localizados. Otros usos de los tejidos fueron los quipu utilizados para la contabilidad y posiblemente también para el registro histórico, así como también para el registro de la ingeniería civil como los puentes colgantes; y, por último, los calendarios y la contabilidad ceremonial.
Mientras estaban en el campo, los ejércitos incas eran recompensados con maíz y telas. En la orilla nororiental del lago Titicaca se estableció un importante centro de fabricación que empleaba a "mil" tejedores a tiempo completo. Los artesanos eran hombres, pero se dice que cada centro administrativo a lo largo del camino inca albergó a un grupo de mujeres tejedoras aisladas (Mujeres Escogidas); se ha localizado y excavado una de estas casas en Huánuco Pampa (centro administrativo de la región de Huánuco). Los almacenes, llenos de miles de textiles, fueron una de las maravillas frecuentemente mencionadas por los primeros españoles en sus cartas.
La Religión Inca
La religión incaica -una mezcla de complejas ceremonias, prácticas, creencias animistas, variadas formas de creencia en objetos con poderes mágicos y culto a la naturaleza- se culminó en el culto al sol, que fue presidido por los sacerdotes de los últimos nativos precolombinos conquistadores de las regiones andinas de Sudamérica.
Aunque existía una religión estatal incaica del sol, las creencias y prácticas religiosas del sustrato de los pueblos preincas ejercieron una influencia en la región andina antes y después de la conquista de la mayor parte de Sudamérica por los españoles en el siglo XVI.
Los dioses incaicos
- El dios creador de los Incas y de los pueblos pre-incaicos era Viracocha, que también era un héroe de la cultura. Creador de la tierra, el hombre y los animales, Viracocha tenía una larga lista de títulos, incluyendo Señor Instructor del Mundo, el Antiguo y el Viejo del Cielo. Hay quienes dicen que también fue el creador de la civilización Tiwanaku, de la cual los Incas fueron los herederos culturales. Viracocha pasó por varias transmogrificaciones (a menudo con efectos grotescos o humorísticos). Hizo pueblos, los destruyó y los recreó de piedra; y cuando fueron recreados, dispersó a la humanidad en cuatro direcciones. Como héroe de la cultura, enseñó a la gente varias técnicas y habilidades. Viajó mucho hasta llegar a las costas de Manta (Ecuador), donde partió hacia el Pacífico -algunos dicen que en un barco hecho con su capa, otros dicen que caminó sobre el agua. Viracocha era el protector divino del gobernante inca Pachacuti Inca Yupanqui; se le apareció a Pachacuti en un sueño cuando las fuerzas incas estaban siendo asediadas por los Chanca. Tras la victoria, Pachacuti levantó un templo a Viracocha en Cuzco. Fue representado por una figura de oro del tamaño real de un niño de 10 años.
- Inti, el dios del sol, era la deidad de mayor rango en el panteón inca. Su calor abrazaba la tierra andina y maduraba las cosechas; y como tal era querido por los granjeros. Inti fue representado con un rostro humano en un disco de rayos.
- Apu Illapu, el dador de lluvia, era una deidad agrícola a quien el hombre común dirigía sus plegarias por la lluvia. Los templos a Illapu solían estar en estructuras altas. En tiempos de sequía, se hacían peregrinaciones a ellos y las oraciones iban acompañadas de sacrificios - a menudo humanos, si la crisis era suficiente. La gente creía que la sombra de Illapu estaba en la Vía Láctea, de donde sacaba el agua que derramaba como lluvia.
- Mama Quilla (Mama-Kilya), esposa del dios sol, era la Madre Luna, y la reguladora de los ciclos menstruales de las mujeres. Los altibajos de la luna se usaban para calcular los ciclos mensuales, a partir de los cuales se establecían los periodos de tiempo de los festivales incaicos. La plata se consideraba como las lágrimas de la luna.
- Las estrellas tenían funciones menores. La constelación de Lyra, que se creía que tenía la apariencia de una llama, fue rogada para su protección. Se creía que la constelación de Escorpio tenía la forma de un gato; las Pléyades eran llamadas "pequeñas madres", y se celebraban festivales cuando reaparecían en el cielo. La Tierra se llamaba Pachamama (Paca Mama), o Madre Tierra. El mar, que estaba relativamente alejado de los incas hasta después de 1450, se llamaba Cochamama (Mama Qoca), la Madre del Mar.
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Muy buena la informacion que encotre muchas gracias ????????
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